Más de 32 mil alumnos se inscribieron para rendir la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) en su proceso de invierno 2025. Este incremento en torno al 3% respecto a su proceso anterior -según cifras del Ministerio de Educación- demuestra el alto número de estudiantes que buscan acceder a la universidad.
Así, durante años, muchos estudiantes buscan qué carrera seguir, en qué ciudad radicarse y, por supuesto, en qué universidad formarse como profesionales. Es una decisión importante en sus vidas y que suele estar acompañada de nervio, preguntas y expectativas. Comparar puntajes, rankings, revisar becas, mallas curriculares, etc. Y aunque todos esos factores son relevantes, hay uno que muchas veces queda fuera de la ecuación: el sentido de elegir una universidad pública.
Estudiar en una universidad estatal no es solo una decisión que aborda el prestigio académico de la institución en sí misma, sino que es elegir ser parte de un proyecto que busca formar futuros profesionales y personas comprometidas con el país que creen en la transformación social, la equidad y el desarrollo colectivo. Es apostar por ser parte de una comunidad que no responde a intereses particulares, sino al bien de la sociedad toda.
Ya lo decía el sociólogo polaco, Zygmunt Bauman, al referir que vivimos en una sociedad donde los lazos sociales se han vuelto frágiles. En una sociedad cada vez más segmentada, fragmentada e individualista, precisamente, el valor de lo público lleva consigo un sello que es diferenciador a la hora de afrontar desafíos en los más diversos ámbitos de la vida.
Y en la medida que nuestros jóvenes buscan revertir esta tendencia con un interés por el cuidado en el medio ambiente, la inclusión y diversidad, el respeto por el otro, -ya sea en Chile o incluso manifestando una posición crítica respecto de lo que sucede en Oriente Medio-, es que podemos avanzar como sociedad.
El ejercicio reflexivo en torno a pensar el rol y preponderancia que tiene el elegir una universidad pública, cobra vida cuando, la comunidad que conforma una institución como la Universidad de Santiago de Chile (Usach), es el motor de cambio para querer ser mejores en el sentido más amplio e integral.
Y en efecto, los datos hablan por sí solos. En el último proceso de admisión incrementó no sólo el número de matriculados, sino que además el 60% de las carreras presentaron un aumento en los puntajes de ingreso, donde el 55% de los estudiantes matriculados obtuvieron más de 850 puntos en la prueba de selección.
Lo anterior, sólo viene a constatar la importancia que tiene en el acontecer nacional, el rol de la educación pública y lo que ofrece al país un plantel universitario como la Usach, con más de 175 años de historia, compromiso y vocación pública, que hoy se proyectan como una herramienta real para transformar el presente y construir un futuro con sentido.