Hoy, las Universidades Estatales nos enfrentamos a un problema: la poca voluntad democrática en la implementación de Estatutos orgánicos. Proceso con el cual no estamos escribiendo una nueva historia, sino que se está continuando con una historia que nos fue arrebatada y asesinada por la dictadura, que impulsó un modelo neoliberal y autoritario que desmanteló ese proyecto social que se articulaba con la reforma Universitaria del año 68. Dejando estatutos orgánicos anti democráticos en las Universidades Estatales.
El cambio de aquellos estatutos fue una lucha de muchos años que buscaba democratizar las universidades, y se consagró el 27 de diciembre de 2023, cuando el presidente Boric firmó los 13 nuevos estatutos. Pese a su relevancia, estos marcos normativos, que regulan a las Universidades del Estado y definen la participación en sus cuerpos colegiados, han recibido poca atención por parte de las Comunidades Universitarias.
Si bien en algunas casas de estudio, como la Usach, se releva la importancia e incidencia que esta implementación tiene por su peso histórico y su proyección hacia el futuro, no todas las universidades han asumido con igual compromiso este desafío, donde el debate ha sido postergado o abordado con escasa voluntad de transformación.
Como integrantes de instituciones públicas, tenemos la responsabilidad de fomentar el diálogo con los procesos sociales, culturales y políticos para fortalecer la democracia, promover los Derechos Humanos y construir sociedades más justas e inclusivas.
Por ello, es clave asumir el compromiso con nuestra democracia interna, generando las condiciones para una participación activa, responsable y autónoma. En ese sentido, estudiantes, trabajadoras, trabajadores e incluso rectorías, somos responsables del peso histórico de nuestras decisiones. Desde el movimiento estudiantil y la institucionalidad en unidad, debemos impulsar un mayor reconocimiento de este proceso a nivel nacional, consagrando a las Universidades Estatales como actores sociales clave, pues una educación pública al servicio del país, debe ser aquella donde la democracia se viva cotidianamente y la justicia social sea un objetivo común.
Lo expuesto nos mandata a involucrarnos activamente en la implementación de nuestros Estatutos Orgánicos, desde cada uno de nuestros roles, asumiendo el compromiso con la democracia, la equidad y el bienestar de nuestras Comunidades Universitarias, porque la democracia es una responsabilidad colectiva.