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Columna de Opinión

Irán antártico, ¿una amenaza al tratado antártico?

Cristian Garay. Director Magister en Estudios Internacionales del Instituto De Estudios Avanzados, Usach.

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  • Diario Usach

  • Viernes 7 de junio de 2024 - 11:31

El año 2048 caduca el Tratado Antártico suscrito en 1959 y que empezó a regir en 1961. La fecha es clave para entender por qué las reclamaciones que estaban congeladas de los doce firmantes originales tengan actualmente muchos estados que adhieren, sumando ahora 56 naciones. Las que ven en la Antártida desde un bien común de la humanidad hasta un trozo de su propia soberanía, o un lugar para extraer recursos naturales u obtener ventajas estratégicas.

Estas reclamaciones vienen sucediéndose desde hace tiempo, y justamente fueron el motivo para establecer que las delimitaciones antárticas nacionales están suspendidas desde mediados de los ´50, rigiendo una gobernanza que, entre otras cosas, impide actividades militares en la zona. Desde luego, la actividad científica que se estatuye como la estándar en la zona, también a veces está gestionada o conducida por militares de cada país, pero hay dos elementos relevantes a destacar, el primero es que no se admite el despliegue de armas y que hay un paralelo, el 60 que define el continente helado.

El papel militar del continente helado no es nuevo. En realidad, se habló de esto desde los años 30 a los 40. Los alemanes proyectaron un territorio antártico, la Nueva Sabia. Precisamente por eso mismo el almirante Byrd –acompañado del general chileno Ramón Cañas Montalva- desplazó entre 1946 y 1947 una gran flota hacia esa zona buscando ubicaciones alemanas: su misión fue rodeada de un halo de secretismo, y dio origen a una leyenda acerca de ovnis, que el propio militar acrecentó en declaraciones a un diario de Puerto Montt.

En 1949 Chile, Argentina y Reino Unido se comprometieron en la Declaración Naval Tripartita a no enviar naves de guerra a partir del paralelo 60° Sur, esto tras el envío en febrero de 1948 de ocho buques de guerra argentinos. De todas formas, en 1952 hubo otro incidente entre argentinos y británicos en Bahía Esperanza, y ocasionó el envió de un buque de guerra británico ese mismo mes, debido a disparos efectuados desde los navíos argentinos.

En la actualidad, con la lucha por el poder mundial desatada, las potencias intentan enviar señales y logros que confirmen superioridad o dominio en ámbitos nuevos como el espacio, el ciberespacio, el fondo del mar y los dos polos.

El Polo Sur no reconoce soberanía aunque si reclamaciones, pero esta situación alienta a potencias retadoras y tradicionales a ganar espacios aprovechando los intersticios del Tratado, que consideran la actividad científica –ejercida activamente por 29 países- para cualquier reajuste del Tratado.

Pero, como en otros asuntos como el espacio, la alta mar o el Ártico se está desatando una lucha por explotar e imponer soberanías, aunque a despecho de los tratados existentes en cada caso. La degradación de las reglas de convivencia está en el marco de esta lucha por la hegemonía y la disputa por nuevas áreas de influencia.  

Irán es de las potencias más nuevas, y destaca por el tono militante dado para su proyecto de presencia antártico.  Aquí no se trata de alguna continuidad o precedente geográfico, sino puramente de la expansión sobre lo que se supone una tierra de nadie.

El contraalmirante Shahram Irani ha dicho sin tapujos el 28 de septiembre de 2023, en el marco de su conmemoración militar de Sagrada semana de la Defensa para conmemorar la Guerra contra Irak: "Nuestro plan en el futuro es izar la orgullosa bandera de Irán en la Antártida", para realizar trabajos "militares y científicos" en el Polo Sur.

Para dar fuerza a su argumento saludo el despliegue de la 86ª flotilla –los buques Dena y Makran- que recorrió aguas meridionales bajo el nombre de “Misión de 360 ​​grados alrededor del mundo”. Pero no es solo eso, el contraalmirante Irani manifestó: “…que la Armada iraní debería enviar primero un equipo de investigación a la Antártida para estudiar las condiciones allí”.

Para “construir una base se deben tener en cuenta ciertas cosas que son necesarias para la construcción, y lo más importante es que debemos tener contacto constante con esta base”. “Estamos tratando de enviar un grupo a esa región para realizar estudios ambientales. Hoy existe esta confianza en uno mismo y, en nuestra opinión, esta capacidad existe en el país”. Finalmente, la Armada iraní tiene contemplado construir rompehielos en su planeación.

La misión, acorde con las directivas del Gran Líder, están en concordancia con el desafío a los poderes occidentales y la expansión territorial. Y más allá de algún aporte científico que se pueda hacer, es claro que esta perspectiva no es la predominante.

Irán desarrolla un programa de misiles y armas nucleares que es un aliciente para instalar antenas que puedan servir para fines militares, ya que los meridianos polares (y los ecuatoriales de órbita media) son un lugar más adecuado para lanzamientos militares, que los de carácter civil que prefieren Ecuador.

Desde luego, el Tratado y su gobernanza han previsto esto y se entiende que hay posibilidad de inspecciones cruzadas desde otras bases, pero si Irán no ha trasparentado las nucleares, no se ve porque se vería obligado a hacerlo en el marco de un tratado que se está degradando lentamente en vísperas de su caducación.

 En el marco del BRICS y su ampliación a Irán, recibida en este bloque en 2023, Sudáfrica sería el punto para Irán desde donde acceder al Polo Sur debido a las sanciones internacionales, y que ya ampara a Rusia desde la invasión de Ucrania el 2022.

Una posibilidad es adherir a Irán a un bloque con Rusia, Bielorrusia, China Popular y Sudáfrica, en abierto desafío a otras zonas del planeta, y acelerar una presencia del continente asiático en esa zona del mundo, pues difícilmente India, Corea del Sur o Japón se darían por excluidos, más si el 2048 pueda caducar la prohibición de actividad minera.

En suma, de acuerdo a  los antecedentes que se manejan, recomiendo leer a Zia Madani y Alean D. Hemmings, los propósitos de Irán parecen estar encaminados a una presencia inédita asiática, al desconocimiento de países con mayores títulos y proximidad geográfica (o expediciones que justifican a los países de la Mancomunidad británica, Rusia o Noruega), y en suma a la amenaza abierta de un proyecto militar en esa zona del mundo. Todo para preocuparse.