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En el marco del reciente Congreso Internacional de Ética y Bioética de la Universidad de Santiago de Chile 2025, académicos analizaron los desafíos morales y técnicos que plantea el rápido avance de la tecnociencia y la Inteligencia Artificial (IA). 

La discusión se centró en cómo establecer una regulación efectiva que permita potenciar los beneficios de las tecnologías digitales y mitigar sus riesgos inherentes. 

Juan Larraín, director del Instituto de Ética Aplicada de la Pontificia Universidad Católica y académico de la Facultad de Ciencias Biológicas UC, presentó una "provocación" central: cómo establecer una regulación del diseño de las tecnologías digitales que fortalezca los aspectos benéficos para la humanidad, que son "enormes", mientras se reducen los aspectos negativos derivados de la intencionalidad de los diseños.

Larraín sugirió usar como punto de referencia los “protocolos, procesos y regulaciones existentes para evaluar las tecnologías biomédicas y biotecnológicas”. Asimismo, reconoció que “las tecnologías históricamente siempre han tenido aspectos beneficiosos y negativos, como el ejemplo dramático de la bomba atómica”.

Para superar este desafío, la humanidad debe instalar una cultura que permita un desarrollo virtuoso y armónico entre el progreso de la ética y el progreso tecnológico, añadió. 

El desafío moral del uso de la tecnología exige por definición un enfoque interdisciplinario, expuso el académico de la Universidad Católica. Para avanzar, es fundamental incluir las humanidades (particularmente la filosofía), las ciencias sociales (sociología), y los aspectos técnicos y específicos de la ingeniería, la informática o la misma biología, concluyó el docente. 

PRINCIPIOS CLAVE DE LA ÉTICA APLICADA Y LOS DATOS SENSIBLES 

El debate también se profundizó en la ética de la IA, a partir de las presentaciones de Manuel Villalobos, del Departamento de Ingeniería Informática Usach; y Erick Cortéz, ingeniero biomédico y también académico de Informática de la universidad. 

Villalobos, destacó que “la legitimidad ética y social de la Inteligencia Artificial está determinada por cinco Principios Clave de Ética Aplicada; la autonomía, beneficencia, no maleficencia, justicia y responsabilidad, datos vulnerables, reidentificación e impacto predictivo”. 

En el ámbito de la atención sanitaria, Erick Cortez revisó la evolución de la Historia Clínica del Paciente, desde el Código Sanitario de Chile de 1931 y el Sistema Nacional de Salud de 1952. 

“Actualmente, la ficha clínica es un instrumento obligatorio para integrar la información del paciente en la atención en salud, y debe llevarse en formato digital/electrónico, en papel u otro medio. Esta información es relevante para resguardar los datos y la toma de decisiones en la actividad sanitaria”, describió el académico.

Por otro lado, detalló la información mínima que debe contener, incluyendo la identificación del paciente y de la institución, las decisiones del paciente (como el consentimiento informado o el rechazo al tratamiento) y el registro de atenciones (anamnesis, resoluciones clínicas, diagnósticos, etc.). 

Sin embargo, Cortez hizo una crítica fundamental: “la Ficha Clínica tiene un enfoque biomédico, lo que deja fuera factores sociales, culturales y espirituales que podrían complementar la atención desde una perspectiva ética y holística”, concluyó.