El anuncio del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de suministrar bombas de racimo a Ucrania para defenderse de la agresión de Rusia, ha movilizado a organizaciones como Human Rights Watch (HRW) y países como Alemania que se oponen a ello al estar prohibidas por la ley internacional.
Ucrania ha alegado que las utilizará contra las tropas rusas atrincheradas antes del avance de sus fuerzas, mientras que la OTAN ha recalcado que corresponde a cada país aliado suministrarlas.
Human Rights Watch (HRW) denunció en un comunicado el uso de bombas de racimo por parte de Rusia y Ucrania, pidiendo también a Estados Unidos que no envíe este tipo de municiones a sus aliados ucranianos, que se las solicitan a Washington desde hace meses.
“Las fuerzas ucranianas han utilizado munición de racimo que ha causado la muerte y heridas serias a civiles. Las fuerzas rusas han usado de manera extensiva munición de racimo, causando numerosas muertes de civiles y heridas graves”, señala el comunicado de la organización proderechos humanos.
HRW pide a ambos bandos dejar de utilizar este tipo de armas y afirma que “Estados Unidos no debe transferir munición de racimo a Ucrania”.
Prohibidas en un más de centenar de países
La utilización de bombas de racimo está prohibida en 111 países y son especialmente mortíferas, dado que al caer liberan gran cantidad de pequeñas municiones del tamaño de una lata de refresco que no siempre explotan al impactar sobre el suelo y se convierten en minas antipersona.
En la actualidad, más de 30 países fabrican estos explosivos, que se venden a unas 70 naciones.
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