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Garantías para el acceso y la continuidad de los cuidados: Los desafíos de la salud mental en Chile

Pedro Lucero, académico Usach y jefe del Servicio de Psiquiatría Adultos en el Hospital San Borja Arriarán, comentó las problemáticas de un área médica que es cada vez más requerida. Según un estudio desarrollado por la Achs y la UC, muchos de los consultados afirmaron sentir altos niveles de soledad.

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  • Raul Gutiérrez Velásquez

  • Jueves 9 de octubre de 2025 - 14:19

Cuando hablamos de salud mental ¿sabemos a lo que realmente nos estamos refiriendo? Sin lugar a dudas, se trata de un tema amplio y que puede generar imprecisiones. Para tener claridad, y considerando de que este 10 de octubre es la fecha en que se conmemora el Día Internacional que hace alusión a este concepto, en el Diario Usach conversamos con Pedro Lucero, coordinador del Programa de especialización en Psiquiatría Adultos de la Universidad de Santiago y quien además se desempeña como jefe del Servicio de Psiquiatría Adultos del Hospital Clínico San Borja Arriarán.

El especialista afirma que “es importante señalar que la salud no es simplemente la ausencia de enfermedad y eso mismo debe ser aplicado cuando hablamos de salud mental”. De esta manera, Lucero sostiene que cuando nos referimos a este término, hacemos alusión “al bienestar emocional, cognitivo y social que permite a una persona desenvolverse de manera funcional y satisfactoria en su vida cotidiana, trabajando, estableciendo relaciones y afrontando los desafíos del día a día”. Por lo mismo, el académico subraya que la salud mental no es algo “exclusivamente del ámbito clínico sino que en ella influyen factores sociales, educacionales, laborares y familiares entre varios otros”. 

En lo que respecta a indicadores, la última entrega del estudio longitudinal “Termómetro de Salud Mental Achs-UC” (desarrollada por la Asociación Chilena de Seguridad y la Pontificia Universidad Católica y cuyos resultados se conocieron en el pasado mes de mayo) indicó que el 19% de los participantes señaló sentirse aislado, excluido o con falta de compañía. Del mismo modo, los mayores niveles de soledad se observaron en las personas de entre 30 y 39 años (26%) seguidas de los menores de 29 años (con un 20,9%)

Ante estos números, Pedro Lucero explica que “si consideramos los síntomas leves, ansiedad u otros trastornos de ánimo las cifras son aún mayores”. Y ¿qué pasa con eso? “Eso se traduce en una demanda creciente de los servicios de salud mental, tanto públicos como privados, y muchas veces esto supera la capacidad del sistema”.

El psiquiatra resalta que, a nivel nacional, “los problemas de salud mental representan cerca del 23% de la carga total de la enfermedad. Y, sin embargo, el presupuesto destinado a esta área no supera el 2,5% del gasto total en salud, algo que está muy por debajo de la recomendación internacional de al menos un 5%”.

LA REALIDAD NACIONAL

Para Pedro Lucero existen grandes problemáticas en torno al manejo que tiene la salud mental en Chile: “tenemos una alta prevalencia de trastornos del ánimo y de ansiedad, la que se ve potenciada por condiciones sociales como el estrés laboral, la desigualdad, la soledad y la violencia. Todo esto en un contexto de bajos presupuestos y escasez de profesionales principalmente en el sistema público, donde la cobertura sigue siendo limitada”. A esto, el profesional suma “un déficit en la continuidad y calidad de la atención (hay grandes demoras), una fragmentación en el sistema y la dificultad para acceder a tratamientos integrales (con farmacoterapias, psicoterapia y rehabilitación). 

A todos esos factores, el especialista suma “la estigmatización de los problemas de salud mental, algo que todavía lleva a que muchas personas no consulten o abandonen sus atenciones periódicas”. Y, ante este panorama, el facultativo manifiesta que la oportunidad de mejora se debe basar en “una modernización del sistema que vaya de la mano de equipos resolutivos; la atención temprana y un trabajo intersectorial para que esta problemática no sea abordada solo desde el ámbito médico, sino también desde el educativo, laboral y comunitario”. 

Justamente, y en la búsqueda de mejorar el sistema, en el año 2021, se promulgó la Ley 21.331, normativa  que “reconoce y protege los derechos fundamentales de las personas con discapacidad psíquica o intelectual, asegurando la inclusión, la autonomía y una atención de salud mental basada en la dignidad humana”. 

Para Lucero, la medida legal constituyó “un avance muy significativo”. Sin embargo, sostiene que “su implementación ha sido parcial ya que aún no se han materializado todos los reglamentos ni el financiamiento que permita cubrir plenamente sus objetivos. En muchos lugares sigue existiendo una brecha entre lo que la ley garantiza y lo que, efectivamente, ofrece”.

En Chile, la asistencia de las Garantías Explicitas en Salud (GES) llega a algunas patologías específicas (depresión y la esquizofrenia), pero deja afuera otras condiciones frecuentes en el país (ansiedad, trastornos de personalidad o trauma complejo entre varios más). “Por eso, más allá de la cobertura formal, el desafío actual es construir un sistema que realmente garantice el acceso, oportunidad y continuidad del cuidado en todo el país, con equipos formados y recursos suficientes”, subraya el académico Usach.

¿PSICÓLOGO O PSIQUIATRA? 

Ahora, muchas personas que sienten necesidad de acudir a una atención de salud mental entran en la duda de si asistir a un psicólogo o a un psiquiatra. Ante esta pregunta, Pedro Lucero explica que el primer profesional mencionado “es el indicado cuando un paciente está atravesando por dificultades emocionales, relacionales o de adaptación que requieren de acompañamiento, orientación o terapia”.  Y, sobre el segundo, indica que se trata de “un médico especialista que interviene cuando existen síntomas que sugieren depresiones graves, trastornos bipolares, de pánico, psicosis o riesgos suicidas”.

En la práctica, el jefe del Servicio de Psiquiatría Adultos del Hospital Clínico San Borja Arriarán, manifiesta que lo ideal es “un trabajo en conjunto, en el que el psicólogo trate el proceso psicoterapéutico y el psiquiatra evalúe la necesidad de fármacos u otras intervenciones de tipo médico”. “Ambos profesionales cumplen roles complementarios y, en la mayoría de los casos, un trabajo coordinado es el más efectivo”, concluye.

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