“La historia pasó literalmente por nuestros cuerpos” dice el sociólogo y activista Manuel Guerrero Antequera en la primera parte de su último libro Sociología de la Masacre donde mediante una investigación teórica empírica revisa y diferencia diversas formas de violencia como los genocidios, las guerras civiles y los terrorismos de Estado, contextualizando el caso de la dictadura chilena.
En conversación con la periodista Daniela Figueroa en el programa Frecuencia Pública, Guerrero comentó: “Me interesó entrar en un análisis minucioso de las violencias aniquilatorias a lo largo del siglo XX en Occidente y partí con mi testimonio por honestidad intelectual y por darle humanidad al texto”
“Este libro arranca con el testimonio, recuerdo de un niño respecto a esto que Álvaro Henríquez de Los Tres canta en Flores Secas donde dice viví la masacre sin saber por qué. Soy parte de una generación que vivió el golpe militar con una violencia tremenda y sistemática. En mi caso yo tenía tres años (para el 11 de septiembre de 1973) y seis cuando mi padre fue detenido por primera vez” agregó el hijo de una las víctimas del caso Degollados.
Guerrero sostuvo que lo que pasó en Chile “ha sido normalmente calificado como violación masiva a los derechos humanos pero nosotros la vivimos en cuerpo propio. Con las desapariciones de nuestros padres, ejecuciones y torturas” y explicó que esta denominación es jurídica pero en el plano de la violencia “en los 17 años de dictadura en Chile hubo prácticas genocidas y también violencia disuasiva como fue quemar vivo a Rojas De Negri y degollar a mi padre, Nattino y Parada. Acá hubo Terrorismo de Estado combinado con momentos de masacre, peleas entre las agencias de represión y resistencia”.
Para el sociólogo y activista “las figuras del perpetrador y la víctima son una simplificación de lo que ocurrió. Porque en el campo de los uniformados hubo marinos que dijeron no (al Golpe), hubo agentes de la represión más cruel que se pasaron a las causas de derechos humanos; en las filas de la izquierda que estaba siendo masacrada hubo militantes que se convirtieron en agentes de seguridad . Y también de parte de la población civil hubo quienes se plegaron a los mecanismos de denuncia y otros que por suerte fueron capaz de hacerle frente como fue el Comité Pro Paz creado a una semana del golpe militar”.
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