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Columna de Opinión

Sobre el Desierto Florido y Dubái: Naturaleza, dinero y decisiones públicas

René Fernández Montt, economista y académico de la Facultad Tecnológica Universidad de Santiago.

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  • Diario Usach

  • Viernes 26 de septiembre de 2025 - 16:03

Mientras en el norte de Chile el Desierto Florido despierta asombro por su belleza espontánea y frágil, en Dubái se plantan bosques gracias al dinero y a la ingeniería hídrica. Dos realidades opuestas que invitan a reflexionar sobre el rol de las políticas públicas, la inversión en recursos naturales y la capacidad de adaptación climática.

Chile posee una biodiversidad única, y fenómenos como el desierto florido –que ocurre en promedio cada 5 años– muestran el potencial que tiene el país en restauración ecológica con costos relativamente bajos. Según CONAF, la inversión promedio en protección de ecosistemas en la región de Atacama es de apenas 3.500 millones de pesos al año, menos del 0,01% del presupuesto nacional. Si se triplicara ese monto, podrían impulsarse planes de reforestación y turismo sostenible con impacto local.

Por contraste, Emiratos Árabes Unidos ha invertido más de USD 8.000 millones en los últimos 15 años en proyectos de forestación y tratamiento de aguas residuales para uso agrícola y urbano. Dubái ha desarrollado tecnologías de tratamiento de aguas subterráneas y desalinización que le permiten mantener espacios verdes en pleno desierto. El Dubai Urban Forest Project, por ejemplo, busca plantar 100 millones de árboles en áreas urbanas hacia 2030.

¿Qué puede aprender Chile? No se trata de imitar a Dubái, sino de valorar lo que tenemos y reforzarlo. Algunas recomendaciones:

1. Aumentar la inversión en restauración ecológica: triplicar el presupuesto de protección a la flora nativa y establecer incentivos tributarios a proyectos de conservación.

2. Fortalecer el ecoturismo: el desierto florido atrae a más de 20.000 visitantes por temporada, pero aún no existe una política robusta de infraestructura turística asociada.

3. Fomentar la innovación en uso de agua: Chile debe avanzar en tecnologías de reutilización y eficiencia hídrica. El 72% del agua dulce se destina a agricultura, pero con niveles de eficiencia mejorables.

4. Crear zonas de tratamiento hídrico y forestación urbana en zonas áridas: inspirados en Dubái, podrían transformarse áreas degradadas en pulmones verdes locales.

En resumen, en Chile la naturaleza hace magia. En Dubái, el dinero hace posible lo improbable. Pero ambos modelos enseñan que con visión de largo plazo, inversión bien dirigida y conciencia ambiental, los paisajes pueden cambiar y las políticas públicas también florecer.