Una de las tradiciones navideñas adquirida por las empresas chilenas durante los últimos años es el “amigo secreto”. La actividad tiene como finalidad juntar a los equipos de trabajo entorno a la entrega de regalos, pero en algunos casos puede transformarse en un dolor de cabeza ya que no todos los integrantes del grupo gustan de este tipo de dinámicas.
Según un estudio de la startup chilena Coolebra, el juego del amigo secreto sigue siendo un fenómeno destacado en los lugares de trabajo. El informe reveló que el 48,5% de los participantes organiza esta actividad en su entorno laboral, posicionándose como el tercer grupo más frecuente, después de las familias (80,6%) y los amigos (54,9%). En tanto, un 85,5% de los encuestados afirmó que participará en algún amigo secreto durante diciembre, lo que demuestra la vigencia de esta práctica en diversos entornos sociales.
A la hora de hablar de dinero invertido, el gasto destinado al amigo secreto muestra una marcada preferencia por rangos moderados. Según la encuesta, el 45% de los participantes planea gastar entre $10.000 y $15.000 en los regalos de oficina.
Al igual que muchas celebraciones que se registran en nuestro país, esta dinámica de grupo no tiene su origen en nuestro territorio y se trata de un evento exportado, donde empresas, en su mayoría norteamericana, buscaban unir a sus trabajadores y trabajadores con regalos de “Santa Claus”.
“Encuentras la tradición especialmente en el siglo XX, localizado en distintos países, de hecho, el más conocido es Estados Unidos que tiene el famoso ‘Secret Santa’, también existe en Holanda, en Filipinas, en Alemania y en todos estos países tiene un nombre distinto, pero el juego tiene más o menos la misma regla, es decir que se asignan al azar personas que tienen que recibir un regalo dentro de un grupo determinado”, comentó el historiador Cristóbal García-Huidobro, académico de la facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Chile.
QUE NO SE TRANSFORME EN UN PROBLEMA
Ya que la dinámica está instalada en el calendario laboral, es conveniente preguntarse sobre los beneficios de este tipo actividades o cómo lidiar cuando una persona, por cualquier razón, no quiere participar.
Para los expertos es fundamental poner reglas claras antes de iniciar este tipo de juegos, tales como los montos destinados a los regalos y obviamente no obligar a nadie a participar de alguna actividad de la que no se sentirá cómodo.
“Entre los elementos a favor destaca el fortalecimiento de las relaciones laborales, porque de alguna manera hay mayor interacción, se da un espacio más amigable, más de colaboración, de ponerse de acuerdo, y en ese sentido reduce ciertas tensiones y ayuda a tener un espacio más relajado”, sostiene la psicóloga Dominique Karahanian, académica de la Escuela de Psicología de la Universidad Mayor, quien asegura que una de las reglas más importantes es tener claridad en los montos a gastar en el regalo. Es vital tener conciencia de que no todos tienen la misma capacidad económica.
“Hay que ser súper claro el máximo establecido y seguir esa regla, porque hay personas que a veces dicen que se saldrán del monto y regalan algo del doble establecido y eso no está bien”, comenta la experta.
Con los aspectos positivos de la actividad señalados, cabe preguntarse qué pasa si un trabajador o trabajadora no quiere participar. ¿Es acaso malo restarse? Para Natalia Zúñiga, directora de Marketing & Comunicación de Randstad es fundamental llegar a consensos al interior de los equipos laborales y tener en cuenta que detrás de cada persona hay realidades que no siempre son conocidas. En estos casos, es esencial respetar las decisiones individuales y promover un ambiente laboral donde cada persona se sienta cómoda y valorada, sin importar su grado de participación en eventos sociales.
“Para quienes prefieren no unirse a estas actividades, abordar la situación con honestidad y diplomacia es clave. Explicar de manera respetuosa las razones personales, financieras o simplemente de preferencia que motivan esta decisión puede facilitar la comprensión por parte de los compañeros. Es importante comunicarlo con un tono positivo, dejando claro que se trata de una elección personal y no de un rechazo hacia los demás”, sostuvo la profesional.
Según la experta en los ambientes laborales está bien a veces decir "no", ya que se promueve la idea de que las actividades sociales del trabajo deben ser opcionales y no una fuente de incomodidad. “Cada persona tiene el derecho de establecer límites sin que esto afecte su percepción dentro del equipo. No participar en una actividad no hace a nadie menos comprometido con su trabajo o sus compañeros”, Natalia Zúñiga.
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