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Iglesia de los Sacramentinos: El ícono arquitectónico que busca proyectarse como polo turístico para no pasar al olvido

El templo permanece cerrado casi todos los días de la semana (solo abre los domingos para misa), lo que impide conocer el interior de la construcción. El alto costo de mantención (luz, agua y personal de seguridad) hace imposible abrir a diario.

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  • Fabián Escobar

  • Jueves 14 de agosto de 2025 - 11:29

En pleno corazón de Santiago, en la intersección de Santa Isabel con Arturo Prat, se alza imponente la Iglesia de los Sacramentinos, un templo que desde su inauguración ha sido testigo de buena parte de la historia del país.

Inspirada en la Basílica del Sacré Coeur de París, su diseño neorrománico-bizantino no solo le confiere una presencia monumental en el barrio, sino que la convierte en una de las construcciones religiosas más notables del patrimonio arquitectónico chileno.

La edificación, cuya construcción se extendió por casi dos décadas debido a problemas económicos y políticos, ha sido testigo con momentos claves de la historia nacional, como el Golpe de Estado de 1973 y el estallido social en 2019. Tanto así que en el campanario del templo aún hay registro de las balas que dejaron enfrentamientos en la década del setenta, y aún se mantienen grafitis pintados en la última movilización ciudadana del país. “Somos parte de la historia y no podemos borrar esos registros”, sostienen desde el templo.

Con su imponente cúpula blanca y sus muros de piedra, la Iglesia de los Sacramentinos ha sido refugio y punto de encuentro para generaciones de vecinos y vecinas. Más allá de su función religiosa, se ha integrado como un hito urbano del barrio Santa Isabel, acompañando la vida cotidiana de un sector que en las últimas décadas ha vivido un vertiginoso crecimiento inmobiliario.

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Hoy, el desafío es proyectar este tesoro patrimonial como un foco de atracción turística para la capital. Diversas iniciativas impulsadas por la comunidad y gestores culturales buscan abrir el templo a recorridos guiados, conciertos de música sacra y exposiciones históricas que permitan a chilenos y visitantes extranjeros conocer su historia y admirar su arquitectura desde nuevas perspectivas.

“El templo está arropado por un boom inmobiliario, que de alguna forma es bastante sádico porque se ha olvidado de ordenanzas municipales, se ha olvidado de muchas cosas y no ha habido un desarrollo organizado y eso obviamente ha matado partes de la ciudad”, comentó Juan Manuel Gutiérrez, asesor patrimonial de la iglesia.

Agregó que "entonces, ante esa resistencia a un boom inmobiliario bastante perverso, nosotros hemos visto la necesidad de potenciarnos porque, aunque suene raro, nosotros no nos conocíamos, no sabíamos qué teníamos. Entonces, si nosotros internamente no nos conocemos, no podemos dar un relato al exterior".

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Uno de los aspectos que llama la atención de las personas que transitan a diario por afuera de la iglesia es que el templo permanece cerrado casi todos los días de la semana (solo abre los domingos para misa), lo que impide conocer el interior de la construcción. Sin embargo, la medida no es al azar, ya que el alto costo de mantención (luz, agua y personal de seguridad) hace imposible abrir a diario. Aunque desde la administración aseguran que buscan cambiar el panorama y alzarse como foro para atraer turismo nacional y extranjero.

Para lograrlo se trabaja en una ruta turística que permita visitar algunas de las iglesias del sector, instaurar un día del patrimonio religioso, construir un archivo histórico de la iglesia y generar alianzas con locatarios y vecinos para proyectar el turismo en el sector.  

“Estamos proyectando el templo como un lugar de culto y desde ese culto mostrar la belleza arquitectónica que tiene inmersa. Eso ha ayudado también a que de alguna forma podamos nosotros empezar a modificar la mentalidad dentro del barrio. El templo como un lugar potencial de turismo también va a ayudar a que el barrio se potencie, hay ganancia para todos.  El templo tiene que ser un faro que ilumine e incentive a otros vecinos”, comentó Gutiérrez.

El gestor patrimonial de la iglesia sostiene que el trabajo no será fácil. Los recursos no abundan, el sector es inseguro, muchas personas sienten una lejanía con la iglesia y su patrimonio e incluso varias personas al interior de la iglesia no están del todo convencidas de proyectar el templo como foco de turismo, incluso conociendo ejemplos exitosos de otros países.

“Tenemos que tener un cambio de mentalidad y nos hemos revisado en los últimos años. Espero que en algún momento en esta iglesia se pueda estar desarrollando un culto y al mismo tiempo pueda haber turistas haciendo el giro en el segundo piso como ocurre con las iglesias en Roma”, comentó Gutiérrez, quien incluso ya ha conversado con sacerdotes para mentalizarlos en este nuevo proyecto.

“Es un experimento que nos va a llevar años, estamos claros, pero estoy seguro que tendrá resultado positivos. Ellos (Italia) llevan cientos de años por delante de nosotros, pero nosotros estamos en ese tránsito”, comentó Gutiérrez.

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