“Fly Me to the Moon” de Frank Sinatra, “Hijo de la luna” de Mecano, “Man on the Moon” de R.E.M o “Luna” de Ana Gabriel son algunas de las miles de canciones que nombran al satélite natural de la tierra, lo que da cuenta de la fascinación que este cuerpo celeste ha provocado en los humanos, y en sus diferentes culturas, desde tiempos inmemoriales.
Por lo mismo, no es de extrañar que la Luna tenga un día internacional para su conmemoración: la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró la fecha para el 20 de julio y esto se concretó en 2021 gracias a la aprobación de una solicitud por la Moon Village Association (MVA) con el objetivo de fomentar la colaboración internacional para la exploración y utilización del espacio lunar.
En términos astronómicos, la Luna es el único satélite natural que tiene la Tierra y se ubica a unos 384.400 kilómetros del planeta (una distancia que es equivalente a la que recorre la luz en el vacío en 1,28 segundos, aproximadamente). Eso sí, hay que precisar que la distancia real varía a lo largo de la órbita lunar. Además, su tamaño corresponde a un cuarto del diámetro de nuestro mundo.
Como está oficialmente documentado, la Luna es el único cuerpo celeste al que ha podido viajar el hombre (gracias a la labor de la tripulación del Apolo 11 de la NASA) en 1969. En total (y hasta 1972) son seis las misiones tripuladas que han podido llegar a la superficie lunar y 12 los astronautas que posaron sus pies en ese lugar del espacio.
Todos ellos, más los viajes no tripulados, han logrado reunir bastante información sobre la Luna. Y para ahondar alguna de sus muchas curiosidades, conversamos con Álvaro Rojas, académico del Departamento de Física de la Universidad de Santiago y especialista en el tema lunar.
“Una primera cosa llamativa es que la Luna nos muestra siempre la misma cara. Tiene rotación sincrónica, con un período de rotación que es igual en su período de traslación. Esto es un efecto de la evolución dinámica pasada del sistema Tierra-Luna, en el que se ‘han pegado’ tirones gravitacionales a lo largo de la historia del Sistema Solar (fuerzas de marea gravitacional). Eso significa que la Luna terminó anclándose gravitacionalmente a la Tierra mirándola directamente", revela.
El lado que nos mira está caracterizado por tener grandes planicies oscuras (llamados mares lunares) los que están conformadas por material basáltico volcánico (que dan cuenta de situaciones volcánicas ocurridas en algún momento hace 2.000 o 3.000 millones de años). Todo eso llena un espacio entre lo que serían las tierras más altas (la corteza lunar que es más blanca y brillante) en comparación con los sitios con basáltico oscuro y cráteres que se formaron por impactos.
Rojas explica que el otro lado de la Luna (el que no vemos) “curiosamente no tiene muchas mareas. Ahí hay más presencia de cráteres”, señala.
El académico de la Usach señala que “otra de las curiosidades, según lo que entendemos, es que la Luna está hecha de un material que le fue arrancado a la Tierra. No se formó de manera independiente, sino que fue producto de un evento ocurrido durante la formación del Sistema Solar hace 4.500 millones de años, tiempo en el que un protoplaneta, más o menos del tamaño de Marte compartía órbita con nuestro planeta. En algún momento, ese cuerpo colisionó a la Tierra (durante su etapa de formación) de manera rasante, arrancándole una parte de la corteza (conformada por materiales como silicato y rocas). Ese material quedo dando vueltas en el espacio, formó una especie de anillo que lentamente comenzó a aglomerarse y dando curso a lo que posteriormente sería la Luna”.
Para Rojas otro punto llamativo “tiene que ver con la evolución dinámica, quizás pasada, presente y futura del sistema Tierra-Luna, de que este satélite siga estando frente a nuestro planeta”.
Sobre este, el especialista indica que “gracias a los instrumentos que llevaron los astronautas de las misiones Apolo podemos saber, con mucha precisión la distancia que existe entre la Luna y la Tierra, y, desde los años 70 se ha visto como el satélite natural se aleja 3,8 centímetros por año del planeta. ¿Qué indica esto? Que en el pasado, ese cuerpo celeste estuvo mucho más cerca de nuestro mundo. Además, en el pasado, la Tierra rotaba más rápido, por lo que los días eran más cortos, de 18 horas (esto se explica por la evolución dinámica)”.
Por lo mismo, el académico indica que, en el futuro (cientos de años) “la Luna va seguir haciendo un espiral hacia afuera y el planeta irá rotando más lento. Los días serán más largos y el satélite se irá alejando progresivamente y cuando miremos al cielo, ya no percibiremos que la Luna tiene el mismo tamaño del Sol (algo que no es tal, ya que el astro es 400 veces más grande que la Luna. El que se vea similar se debe a que está 400 veces más lejos)”.
Otra curiosidad es que, a pesar de que se cree que el satélite natural de la Tierra está geológicamente muerto, todavía se está enfriando. Por lo mismo, tiene terremotos, los que, para este caso, se denominan lunamotos. “Ahí hay un calor que se generó desde hace 4.500 millones de años”, manifiesta Rojas.
El profesor sostiene que, gracias a la instrumentación disponible, se han podido determinar movimientos telúricos de 5,5 grados, los que se han extendido entre 10 minutos y una hora.
Finalmente, Rojas manifiesta que otro aspecto llamativo de la Luna es que tiene agua, a pesar de no tener atmósfera. “Se ha encontrado agua entre el polvo y los minerales, justo bajo la superficie y en las zonas que están bajo permanente sombra como las partes bajas de los cráteres que están cerca de los polos”.
El académico Usach resalta la “carrera astro política” que se ha generado durante los últimos años en torno a la Luna “quizás tengan como propósito la explotación económica o minera más que la investigación científica”.
El profesional comenta que “este satélite natural también sirve como una plataforma en la competencia que existe para llegar a Marte. La Luna es súper importante como lugar intermedio y que tenga agua es importante, tanto por sus características bebestibles como por su uso para el combustible de cohetes”.
Por todo anterior, Rojas sostiene que, por estos días, la Luna tiene mucha importancia estratégica. “Tal vez, las potencias se disputen el agua del satélite natural en el futuro”, cierra.
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