El centro de Santiago vivió una ajetreada mañana este 20 de mayo debido a un fuerte olor a gas que inundó algunos de sus sectores más emblemáticos, como el Palacio de La Moneda, la intersección de Morandé con Compañía o varios sectores del Barrio Yungay. Los motivos de la emergencia aún se encuentran en investigación.
Por lo mismo, varios edificios tuvieron que ser evacuados por personal de Bomberos (entre los que se cuenta la sede de Gobierno) y Carabineros se vio obligado a implementar cortes de tránsito para prevenir cualquier peligro posible.
Y pese a que todos sabemos, a grandes rasgos, los peligros que conlleva una emanación de gas, Jairo Vanegas y Javier Bravo, cirujano y pediatra, respectivamente, ambos académicos de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago, conversaron con Diario Usach sobre las consecuencias que podrían generarse ante una emergencia como la vivida en la capital.
Bravo explica que “el riesgo de la emanación de gas está relacionada con la posibilidad de tener una intoxicación por monóxido de carbono. Este, corresponde a un compuesto que tiene la particularidad de poder ligarse con las moléculas de hemoglobina de los glóbulos rojos. El riesgo se produce cuando la sangre que circula en nuestro cuerpo empieza a perder su concentración de oxígeno”.
Por su parte, Jairo Vanegas manifiesta que, cuando se produce una situación de emergencia como la que ocurrió en Santiago, “lo ideal sería producir una ventilación, abriendo puertas y ventanas” de los edificios o casas afectadas.
De hecho, el profesional aplaudió la evacuación de las personas que determinaron las autoridades. “Hay que evitar todo aquello que pueda producir una chispa por los riesgos de explosión o incendio. Por lo mismo, hay que revisar las llaves de gas, y si están abiertas, hay que cerrarlas y luego llamar a un número de emergencias, por ejemplo, el de bomberos”.
EL EFECTO DEL GAS EN LAS PERSONAS
En la conversación con Diario Usach, Javier Bravo, indica que la presencia de gas en el ambiente puede provocar “una falta de oxígeno, lo que a su vez, termina expresándose en dolores de cabeza, náuseas, mareos, dificultad para respirar, pérdida de fuerza y hasta llegar al compromiso de la conciencia”.
El médico pediatra asevera que, en esos casos, la sintomatología “tiene una evolución bastante anodina” y que puede pasar desapercibida hasta que se expresa en malestares físicos o un franco compromiso de conciencia. “Ahí es cuando se produce la consulta de las personas y, aquí, ya estamos hablando de una intoxicación severa”, indica.
Por su parte, Vanegas asegura que algunos efectos del gas no controlado en los humanos también puede generar “dificultades en la respiración e irritación de las mucosas (principalmente en quienes padecen de problemas respiratorios)”.
El cirujano agrega que una situación de este tipo “también puede causar afecciones cognitivas, confusión y somnolencia. O sea, la gente podría divagar, presentar mareos y desplomarse”.
El facultativo es enfático para sostener que, siempre que se produzca una fuga, lo más importante es alejarse de las zonas afectadas. Y, en el caso de verse afectado, “hay que buscar aire fresco, hidratarse con bastante agua, y sobre todo, acercarse a las unidades de emergencia o dirigirse inmediatamente hacia un hospital”.
Javier Bravo coincide con su colega y aconseja que cualquier persona que se haya visto expuesta a la nube de gas preste atención a la sensación de fatiga, dolor de cabeza o afectación de su conciencia, si es así debe asistir hasta un centro asistencial para “tener una atención médica de urgencia”.
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