La base científica “Profesor Julio Escudero”, del Instituto Antártico Chileno (INACH), está ubicada en la península Fildes, en la isla Rey Jorge, a aproximadamente 4.271 kilómetros de Santiago. Se necesitan 58 horas de navegación desde Punta Arenas para llegar a este punto remoto del planeta.
Es en ese lugar al fin del mundo en el que se encuentra Bárbara Alvear Pérez (26) y Luis Muñoz Mancilla (23), ambos geólogos de la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar. Ambos llegaron el 20 de marzo a la Antártica.
Los investigadores se encuentran en dicha base como parte del proyecto denominado “Extremos climáticos en cascada en el norte de la península Antártica”, dirigido por Raúl Cordero, climatólogo y académico de la Universidad de Santiago.
“Fue súper inesperada la llegada de esta oportunidad y ha sido bastante grato. El tema de venirse al continente blanco, como le dicen todos, el fin del mundo, a pesar de la lejanía, de la distancia, acá se realizan muchas actividades que hacen sentir como que uno está acompañado”, contó Bárbara a Diario Usach.
Su compañero, Luis, relató que “llevamos casi tres meses. Nos avisaron y no lo pensamos dos veces para venir acá. Nos hicimos los exámenes médicos y psicológicos. Fue una semana súper caótica porque teníamos que comprar algunas cosas, por ejemplo, útiles de aseo que teníamos que traer para todos estos meses”.
Justamente, los productos básicos que uno tiene en la cotidianidad de la ciudad toman una relevancia mayor cuando se está en la Antártica. “Uno da por sentado los artículos de higiene personal, la pasta de dientes, el shampoo, pero al menos yo y mi compañero fuimos súper precavidos con eso y pensamos para cada mes. Uno nunca sabe cuánto va a necesitarlos”, confesó Bárbara.
La geóloga también relató que los antojos no se pueden comprar en un almacén de la esquina, aunque sí rescató que siempre hay gente que puede convidar en la base.
“Con el tema de las golosinas, que uno como que en la casa tiene siempre, entonces cosas tan simples como comer un chocolate no es tan factible acá, uno tiene que ser precavido, aunque acá en la base todos compartimos lo que tenemos”, aseguró la joven.
CAMARARERÍA, TRABAJO Y DEPORTES
Aunque no hay tanta comida chatarra en la base científica, sí cuentan con su alimentación diaria. Desayuno, almuerzo y cena en el comedor de la base de la Armada. “Los fines de semana no hay horarios para comer. El cocinero deja todo listo y uno a cualquier hora va a calentar su almuerzo”, indicó Luis, quien aseguró que en los ratos libres se puede ir al gimnasio, realizar deportes como fútbol o vóleibol y leer.
La camarería en uno de los puntos fuertes de su estadía en “Profesor Julio Escudero”, ya que cuentan con un domo donde hay para jugar tenis de mesa, además de otros deportes. “Lo que más me ha gustado y ha llamado la atención, que no fue algo que yo tuviera considerado, fue la interacción que existe entre las Fuerzas Armadas (la Fuerza Aérea y la Armada) con nosotros los civiles, para hacer actividades recreativas de manera constante”, planteó Bárbara.
En la isla hay gente de las Fuerzas Armadas, de la INACH y los dos investigadores. El día de Bárbara Alvear Pérez y Luis Muñoz Mancilla comienza temprano, cerca de las siete de la mañana. “Desayunamos y nos vamos al TARP, que es una plataforma transportable de investigación antártica y que es como una especie de búnker chiquitito donde nosotros trabajamos”, relató Bárbara.
Agregó que “ahí es donde se encuentra equipado con toda esta instrumentación radiométrica, que es la que monitorea los cambios en la composición atmosférica. Eso es lo que finalmente nosotros vinimos a realizar acá, ver la forma de mantener a los equipos funcionando. Eso se tiene que hacer todos los días".
En un día normal, ambos geólogos trabajan en el TARP. Algunas jornadas, si las condiciones climáticas lo permiten, lanzan radiosondas. “Son estos globos grandes con un sensor que los inflamos con helio y los lanzamos a la atmósfera y ascienden aproximadamente como 20 kilómetros y gracias a ellos y al sensor que traen, se puede medir humedad, presión atmosférica, temperatura, el viento y su velocidad ”, contó Bárbara.
Luis reveló que no han tenido problemas con el frío. “Ya estamos acostumbrados, además que INACh se encarga de entregarnos capas de ropa para no tener problemas con la temperatura”, señaló.
En su base, donde duermen, cuentan con una chiflonera, que es donde se dejan los zapatos. “Está en el exterior para no ensuciar. Tenemos a disposición un tipo de pantufla o tipo de calzado que es adecuado para estar adentro”, relató Luis.
En ese espacio también cuentan con living con televisor, sillones, un comedor y cocina. “Tiene dos módulos de habitación y arriba, en el segundo piso, sería la parte del escritorio y oficina que ocupan los logísticos y la jefa de base”, comentó el geólogo.
POCAS HORAS DE SOL
La poca luminocidad natural es algo que ambos investigadores han tenido que acostumbrarse, ya que no hay más de seis horas con sol en la base científica. “Amanece como a las 10 de la mañana, que sería a las 9 de la mañana allá”, confesó Bárbara, mientras que Luis agregó que "después hay luz hasta las cuatro, pero es como una penumbra. Ha sido también eso fuerte, pero ha sido súper bonito, fue un cambio abrupto”.
Para la geóloga un tema no menor es no perder los hábitos a la hora de dormir. “Uno se va acostumbrando a mantenerse despierto durante todo el día y a través de las rutinas uno intenta acostarse a las 10, 11 de la noche, porque ya a las 5 de la tarde está oscuro y obviamente dan ganas de acostarse, da sueño, pero la idea es mantenerse ocupado haciendo las distintas actividades y no perder la rutina del día a día para no cambiar las horas de sueño”, comentó.
La investigadora agregó que “un tema súper importante que no se considera tanto al estar acá, principalmente, en los inviernos oscuros, es que las vitaminas que aporta la luz solar o los suplementos son muy pocos. Es súper importante suplementarse con vitamina D, con multivitamínicos, con vitamina C, porque al final van a haber días en que no vamos a tener luz”.
Sobre qué les ha dejado esta experiencia única, Luis indicó que “ha sido un sueño estar acá, despertarse todos los días en este lugar que es magnífico" aseguró que el tiempo se le ha pasado rápido.
Para Bárbara, en tanto, ha sido algo único e histórico. “No le tomé el peso en un principio, pero ahora es una de las cosas como bien fuertes de mi vida. Además, es la primera vez que el Instituto Antártico Chileno tiene una campaña anual con una jefa base que es mujer, que es Viviana Pérez, y eso da pie a que soy la primera mujer investigadora en una campaña de invierno. Eso es importante y fuerte, yo no le había tomado el peso a ese hito en mi carrera profesional”.
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